Hace poco entre en una oficina para entregar una documentación a un abogado con el que colaboro en un caso, y nada más entrar en la oficina noté la sensación de un ambiente de trabajo totalmente viciado. Es la típica sensación que hay cuando una persona regaña a otra, y se queda en el ambiente la tensión de la situación.
La mayoría de aquellos que hemos sufrido este tipo de situaciones, sabemos que este ambiente no es nada propicio para trabajar. Porque la tensión genera una pérdida de concentración en el trabajo que realizas, y esta pérdida de atención se refleja directamente en tu rendimiento, que no es el propicio.
Además, pueden crearse bandos dentro de una misma empresa, entre aquellos que defienden al trabajador que ha sido reprendido, o al jefe que es el que reprende. Esto solo produce una desmembración de la fuerza de una empresa, que se verá perjudicada por no tener confianza entre los trabajadores, y entre estos con el superior que provoca la situación.
Cuando digo que el jefe provoca la situación, no deseo ser malinterpretado, me refiero a las situaciones en las que ante una situación en la que el jefe tiene que expresar su disconformidad, no lo hace desde un punto de vista constructivo, en el que todos pueden ganar. En muchas ocasiones, como es el caso que me lleva a escribir este artículo, el jefe o superior se altera, gritando al trabajador o hablando con tonos agresivos que reprochan una acción u omisión.
Hoy en día la manera de dirigir una empresa ha cambiado a nivel interno y externo. Las empresas están adquiriendo valores que les hacen cambiar su manera de comportarse. Muchas de estas empresas tienen unos principios de respeto y valoración del trabajo con los trabajadores. Aunque no dejan de lado el valor de la responsabilidad y eficacia.
Pero todos estos valores pueden ser defendidos por un trabajador, y reclamados (o recordados) por el jefe en los momentos en los que se necesitan, siempre desde un lado constructivo y asertivo. Esto se traduce en unas cualidades que los encargados de personal y directivos de las empresas, ya sean de una gran empresa o una pyme, han de seguir.
Cualidades de un jefe moderno.
En primer lugar, ha de crearse una sensación de que tanto la dirección de la empresa como los trabajadores trabajan en la misma dirección. Esto significa que se transforma la idea de un jefe impositivo y que manda a base de miedo, por un jefe que reconoce las habilidades de los trabajadores, y los enfoca para que den lo mejor de sí, eliminando todos los obstáculos con los que se vayan a encontrar estos para que desarrollen su labor lo mejor posible.
En segundo lugar, y relacionado con el párrafo anterior, los jefes han de estar formados en las últimas nuevas tecnologías, para saber qué beneficios pueden ofrecer a sus trabajadores. De esta manera, se podrán introducir métodos de trabajo que sean más sencillos para los trabajadores, y que repercutan en beneficio de la empresa.
Recuerdo que en mi primer empleo después de salir de la facultad de Derecho, tenía un jefe que se creía invulnerable delante de mí, él se lo acabó creyendo, pero seguía perdiendo casos como todo el mundo. El director de hoy en día no tiene porqué ser invulnerable, porque no demuestra la transparencia y abertura que valoran los trabajadores.
Por último, un jefe debe compartir la información. Esto es un gran cambio, porque en el pasado los trabajadores trabajaban, y los directivos dirigían, y no había ningún trasvase de información relevante. Ahora para favorecer el feedback en la empresa, así como las relaciones, se tienen que intercambiar datos y opiniones con sus empleados, obteniendo valiosos consejos.
Hace unos años, uno de mis mejores amigos tenía una empresa, y gracias a que en una charla le comenté estos consejos, pidió ayuda a sus trabajadores para que le dieran su visión sobre un nuevo negocio. Gracias a sus consejos este nuevo negocio se hizo realidad. Sus empleados, que actuaban con él con los mismos gestos que él actuaba con ellos, le regalaron la mejor despedida de soltero con Hot Despedidas cuando se casó. Y es que a veces recibimos justo lo que damos y si tratamos bien y tenemos ciertas deferencias podemos recibir mucho.
Y tú, ¿te animas a seguir estos consejos?