Durante mucho tiempo han sido los señalados con el dedo. Primero para mal, porque se les consideraba la generación Ni Ni, es decir ni estudian ni trabajan, con la maldita crisis, se les ha señalado como la generación perdida, algunos ni han empezado a cotizar. Pero yo me niego a pensarlo de esta manera. Y prueba de ello son las empresas que, como Live4Everteen, apuestan por la juventud como fuente de riqueza y de progreso.
En este caso de la moda. Un sector que poco a poco va asomando la cabeza, y que permite mirar al futuro con optimismo. Los jóvenes se han hecho un hueco en la sociedad y ya no son esos niños de papá que miraban la vida pasar. Ahora toman iniciativas, se postulan políticamente e incluso, son el objetivo de los políticos, porque saben que tiran del carro en los malos momentos.
Esto ha provocado que la juventud tenga una forma concreta de vida. Y una de ellas es su forma de vestir. Sin duda, en estos tiempos, los jóvenes están más enganchados a la moda que nunca. Ella les hace vestirse de una determinada manera, llevar el tipo de peinado que se lleva, colgarse un piercing o tatuarse un dibujo en la piel, escuchar su música, leer sus revistas y hablar a su manera. La moda juvenil , a la que algunos la llaman subcultura, les permite identificarse con su grupo y reivindicar su oposición a los criterios adultos. Yo personalmente no creo que sea malo, es su forma de posicionarse, de buscar su lugar en esta sociedad, que a veces les da la espalda. Los creadores de moda saben que los adolescentes necesitan manifestarse a través de lo que llevan puesto y lo aprovechan.
Una buena forma de ver en dónde nos movemos es visitar esta página de ropa juvenil. Ahí puedes ver, que las chicas buscan moda sencilla, fresca y original. Con blusas, bodies, camisetas, faldas, sudaderas, vestidos…la ropa para chicas busca diseños únicos. Gorros, camisas, camisetas reivindicativas, pantalones anchos, son algunos de los sellos de identidad de nuestros chicos.
La época maldita
Lo que sí es cierto es que el comienzo del siglo se puede catalogar como la época en la que peor ha vestido la juventud. Todos los pantalones tenían campana, cuanta más campana más molaban, y se los ponían por igual cualquier tribu urbana. Naranja butanero, blanco nuclear, amarillo o rosa chicle eran los colores favoritos. Y como se llevaba eso de antes muerta que sencilla, pues al salir en invierno de fiesta con una minifalda era siempre con unas medias transparentes y sufriendo peligro de congelación inminente. Por último, y mejor olvidarlo, hubo una época en que la moda era llevar el tanga por fuera, qué horror.
De esta manera, la juventud busca su sitio, y lo hace con herramientas. En los últimos tiempos, con las manifestaciones del 15-M y sus secuelas lo han hecho, pero sin duda, la moda de su ropa sigue siendo también marca de referencia.