Existen muy pocos productos que sean tan especiales y tan característicos como el vino. Desde que se recoge en la época de la vendimia hasta que se consume, el vino debe ser tratado de una manera muy peculiar. Nada puede fallar en lo que atañe a su conservación y, por ende, tenemos que tener los instrumentos necesarios para llevar a cabo esa conservación y que el producto esté en perfectas condiciones cuando llegue la hora de ser consumido.
Conseguir esto es fundamental si regentamos un negocio en el que proporcionemos a los clientes la posibilidad de consumir todo tipo de caldos. Si tenemos los mejores y, además, logramos mantener sus cualidades más definitorias estaremos dándoles a nuestros clientes lo mejor en el mejor estado, y probablemente se sentirán atraídos por nuestro establecimiento.
Desde hace dos décadas tengo un restaurante en mi municipio natal. En mi tierra se produce uno de los mejores vinos de toda España y desde joven comencé a tener gusto por ese y otros caldos españoles y también franceses. Por eso, en mi restaurante nunca falta vino. Y, como decía en el primer párrafo de este artículo, este es un producto que necesariamente necesita ser conservado de manera especial.
Para ello, conseguir una vinoteca es siempre algo necesario. O incluso varias. Las ventajas de almacenamiento o refrigeración que proporcionan son importantes para bares y restaurantes y, personalmente, siempre me ha gustado tener una cerca. A los clientes, además, les suele generar cierta expectación a causa de su elegancia. Como todo lo que tiene que ver con un producto tan elegante como el vino.
Sin embargo, no todas las vinotecas tienen la misma calidad ni la misma elegancia. Esas condiciones de almacenamiento o refrigeración varían en función del proveedor que nos las proporciona y está en nuestra mano tener al mejor para que nos surta de las mejores vinotecas. Es lo que he intentado desde que abrí mi restaurante y creo que en la actualidad es un propósito que he conseguido cumplir.
En mi negocio no empecé a tener vinotecas hasta pasados unos años. Después de ello, observé que existía una empresa, llamada Exportcave, en la que podría adquirirlas a un precio muy asequible para mi economía. Vi que se trataba de buenas vinotecas, con amplios espacios y un buen sistema de refrigeración. Inmediatamente me enamoré de varios de sus productos y pensé en comprarlos, cosa que hice en cuanto tuve la menor oportunidad.
Un arte único
Todo lo que engloba al vino se realiza con tanto mimo, con tanta pasión, que termina seduciendo a todo el mundo. Cuando por fin obtuve mis vinotecas y las instalé en el restaurante, pude comprenderlo todavía mejor. Para mí, ese era el rincón más especial de todo mi establecimiento. Además, podía observar cómo los amantes a una bebida como ésta miraban sin cesar a la vinoteca, probablemente pensando en las mismas cosas que yo.
Varias personas, vinculadas a la Federación Española de Asociaciones de Enólogos, han acudido a mi restaurante y me han comentado que el modo que utilizo para conservar las botellas de vino que me llegan es el más apropiado. Me han felicitado personalmente por dicho trabajo y me aseguran que haciendo las cosas del modo en el que las hago contribuyo a forjar esa imagen tan idílica que todo el mundo tiene del vino español, algo que me reconforta y me hace sentir bien conmigo mismo.
Es hora de seguir trabajando en todo eso que hace grande mi establecimiento. Creo que adquirir las vinotecas (sí, lo digo en plural porque tengo varias) me ha hecho dar un salto de calidad importante. A mí restaurante acude mucha gente a tomar vino y lo cierto es que gracias a Exportcave he podido disponer de un artículo que le da todavía más valor a los productos que vendo.