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Descubriendo el mindfulness

Hace unos meses estuve en una boda en Galicia de esas pantagruélicas, llenas de comida hasta desbordar. Era el enlace de mi prima, llevaba meses organizándolo con todo lujo de detalles, especialmente el banquete, que corrió a cargo del catering de la zona A Morena, especialista en bodas y comida típica gallega como marisco y pulpo. Vamos, que la comida de este catering, que además se encargaba de la carpa, la mantelería y todo lo relacionado con el yantar, estaba tan buena que no podía pensar en otra cosa. De hecho, uno de mis compañeros de mesa, al verme tan concentrado, me preguntó si conocía el término mindfulness, que tiene que ver con nuestra capacidad de atención.

Mindfulness es un término que indudablemente está de moda, y que es muy útil para aplicar en la práctica empresarial. Se trata de una habilidad de la atención, por medio de la cual observamos la experiencia que acontece en el momento presente, con una actitud serena y neutral. No ha de confundirse con carpe diem, ya que sería una perspectiva reduccionista del término.

Yo llegué al mindfulness a través del experto José Manuel Calvo Cobo, quien escribió el libro Mindfulness, el arte de controlar tu mente. Me resultó muy inspirador y empecé a sacar mayor rendimiento a mi trabajo al mejorar mi capacidad de atención, algo que llevo desde ese momento tratando de inculcar a mis empleados.

Hay estudios, por ejemplo, que afirman que tocamos físicamente el móvil una media de 2.617 veces al día. Y estos toques son empleados principalmente para escribir mensajes y movernos por las redes sociales. La excesiva dependencia de este tipo de asuntos puede producir problemas de concentración, toma de decisiones y creatividad, lo que redunda en una baja productividad dentro del ámbito empresarial. Es por esto que se necesita de una técnica para controlar nuestra mente y nuestra atención por aquello que estamos haciendo.

De hecho, nuestra mente está secuestrada y desconectada de nuestra verdadera esencia por las prisas, el ruido externo, nuestros propios pensamientos y distracciones, el estrés, los problemas del día  a  día,  la  hiperconectividad  y  un  largo  etcétera.  Este  alboroto  constante  provoca  que vivamos como autómatas, abstraídos, y lo único que puede ayudarnos a liberarnos de este estado es la atención. Lo  que  capta  nuestra  atención  es  lo  que  controla  nuestra  vida.  Este  es  el  quid  de  la cuestión.  Podemos  entrenar  nuestra  mente  para  vivir  la  vida  de  una  forma  más  atenta  y consciente,  podemos  esculpir  el  cerebro  a  nuestra  voluntad  y  podemos liberarnos  de  los agentes  secuestradores. Y todo esto a través de la técnica del mindfulness, que tiene muchos beneficios, especialmente a la hora de ser más productivos en el trabajo.

Se trata de observar con mayor atención, sin pretender modificar nada. Desde esta posición de observador sereno y neutral, somos capaces de entender de una mejor manera las relaciones, causas y efectos de los diferentes eventos que acontecen en nuestra vida cotidiana y tomar decisiones más efectivas a la hora de relacionarnos con ellos.

El mindfulness en la práctica

Según el experto Calvo, dedicamos un espacio y un tiempo determinado al día a la meditación de los asuntos que nos ocupan. En  el  contexto  del  mindfulness,  se  puede  dividir  la  práctica  de  meditación  en tres  tipos principales, en función de cómo focalicemos nuestra atención: atención enfocada, presencia abierta y meditación compasiva.

  1. Atención enfocada. Se trata de elegir un punto de concentración y llevar toda  nuestra  atención  hacia  él. No  necesitamos  cambiar  nada,  simplemente observarlo.  Aunque  no  es  el  único,  el  foco  de  concentración más  habitual  es  la respiración. Cuanto  más  fuerte  es  nuestra  atención  enfocada,  más  profundamente podemos  sumirnos  en  la  tarea  que  estamos  haciendo en  cada  momento,  es  decir, desarrollamos nuestra capacidad de concentración.
  2. Presencia abierta. En este ejercicio nuestra atención no permanece en un único  punto  estático,  sino  que observamos  amablemente  todo  aquello  que  va emergiendo en nuestra consciencia de forma espontánea. Todo lo que debemos hacer es  ser  conscientes  de  nuestros  pensamientos  y  sentimientos  que  van  Observarlos sin dejarnos llevar por ellos. Sin tratar de cambiar nada.
  3. Meditación compasiva. Consiste en experimentar un estado emocional positivo hacia cualquier ser vivo. Es imprescindible empezar por uno mismo y declararnos sinceramente  un  cariño    Si  no  podemos  sentirlo  por  nosotros,  no podremos  sentirlo por  los  demás. La  ciencia  avala  que  la  compasión  es  una habilidad  que  puede  entrenarse  y juega  un  papel  fundamental  en  la  activación  de nuestro sistema neurológico del bienestar.

En junio de 2014, Paul Ekman estableció cinco emociones básicas y universales: miedo, ira, asco,  tristeza  y  alegría, algo que puede surgir en nuestro ámbito personal pero también en la empresa. No  podemos  elegir  cuándo  y  dónde  nace  el  impulso  de  la emoción, pero sí podemos desarrollar la capacidad de darnos cuenta de que ha nacido este impulso y elegir la respuesta que emitimos antes de actuar.

En la práctica empresarial un sentimiento que suele ser constante es el del estrés, que se trata de un desequilibro físico y psicológico ante una situación de amenaza, que tiene como  función poner  energía  a  nuestra  disposición  para  luchar  o  huir  de  esta  situación. Nuestro cuerpo y nuestra mente se preparan para hacer frente a esa amenaza, movilizando nuestros recursos para aquellas conductas que resultan clave: luchar o huir. No es bueno ni malo, es un mecanismo de supervivencia que nos ha permitido llegar hasta el día de hoy como especie. Pues bien, practicar el mindfulness nos ayuda  a  salir  del círculo  vicioso que  supone  el  ciclo  reactivo  del estrés.

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