Se dice que en la historia de la humanidad siempre han coincidido dos potencias mundiales en situaciones diferentes, una en declive y otra en auge. España estuvo en esta situación como potencia dominante desde 1492 con el descubrimiento de América, y esta posición se vio amenazada y finalmente derrocada con la Batalla de Trafalgar.
En la actualidad la potencia dominante que está siendo amenazada con ser derrocada es Estados Unidos, y el “underdog” o potencia en auge es China. Prueba de ellos es la famosa guerra comercial entre estos dos gigantes que está dejando tras de si graves perjudicados.
Tengamos en cuenta un factor muy importante, Estados Unidos es un país en el que la mano de obra es bastante cara, y en cambio la mano de obra china es de las más baratas que existen de entre todos los países. Esto, junto con el sistema comunista con dotes de capitalista que hay en China, generan la situación ideal para que China pueda competir a un ritmo diferente a Estados Unidos.
Donald Trump puede que no sea el Presidente mejor valorado, y no es de extrañar ya que su Twitter arde cada vez que decide colgar algo, y esto ocurre varias veces al día. En cualquier caso, Trump está convencido en que puede ganar una guerra con el gigante asiático, pero ya ha recibido varios reveses.
Por un lado, el veto del Gobierno estadounidense a Huawei provocó muchos comentarios, y dejó a la vista que a China no le va a temblar la mano a la hora de aumentar los aranceles. Claramente, un aumento en los aranceles por importaciones dañaría a las grandes compañías americanas que fabrican así sus productos. Entre ellas destacan compañías de la tallas de Apple, Microsoft o Google.
La pregunta a toda esta situación es ver cómo afecta esta situación al mercado europeo, y concretamente al mercado español. Porque seamos sinceros, cuando dos gigantes se pelean y uno cae, los daños que provoca esa caída alcanzan a lugares que nunca imaginaríamos.
El mercado nacional es la clave para no sufrir las consecuencias de esta guerra comercial
El sector económico Europeo no está para nada exento de repercusiones, pero puede salir beneficiada en un momento dado si las empresas estadounidenses ponen los ojos en el antiguo continente para comprar los bienes y servicios que se vuelven muy costoso en China debido a los aranceles.
En el caso concreto de España y Latinoamérica, que están totalmente lejos de la guerra comercial, pueden ser afectadas de lleno. El caso que lo ejemplifica fue la prohibición temporal de los negocios entre Huawei y las empresas americanas, que ponía la duda en las empresas y consumidores sobre comprar productos de esta marca.
En el ámbito del resto de productos que no sean Huawei, también podemos sufrir las consecuencias. La simple subida de aranceles hace que las empresas chinas con proveedores americanos encarezcan sus costes y esto seguramente afecte al precio final del producto. Y lo mismo al revés: cualquier producto americano con proveedores chinos será más caro. En un mundo tan entrelazado y global como en el que vivimos un aumento de aranceles entre dos países tan potentes afecta a todo el mundo.
Lo que está claro es que una guerra entre Estados Unidos y China puede llevar a la economía global a una recesión global si el comercio global disminuye. El precedente más claro es el Crac del 29, que trajo una crisis global que según muchos expertos no podría haberse superado si no hubiera sido por la Segunda Guerra Mundial.
La solución a los posibles problemas que puedan surgir de esta guerra comercial es empezar a mirar más frecuentemente al mercado interior, es decir, recurrir a los bienes y servicios que podemos encontrar en España. Esto hará que la riqueza se distribuya mejor entre las empresas españolas, se tribute más y se genere más trabajo.
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