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El trabajo de los directivos

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Trabajar para una empresa multinacional en un cargo relativamente importante puede resultar agotador. Cuando yo digo para quién trabajo y comento que soy un directivo se piensan que llego a la oficina, me siento delante del ordenador, y me dedico a llamar por teléfono con las piernas en alto pidiéndole cafés a mi secretaria. A veces pienso que las películas americanas nos han hecho mucho daño en este tema. Pero nada más lejos de la realidad. Tengo más carga de trabajo que la mayoría de mis amigos y mi sueldo no es mucho mayor.

Hace poco comenzamos una campaña para conseguir mejorar la imagen corporativa de la marca al tiempo que mejorábamos tanto nuestra responsabilidad social, sobre todo con el medio ambiente, y fui uno de los encargados de ponerla en marcha pero me topé con un muro increíble que, cuando empecé, pensé que no tendría.

Una de las premisas que me marqué con respecto a este tema es conseguir una limpieza óptima de todas las fábricas que tenemos repartidas por Europa sabiendo que no sólo se cumplen los estándares de respeto ecológico sino que vamos más allá y promovemos un uso responsable de productos químicos de limpieza que no dañen nuestro medio ambiente. Pensé que eso no sería complicado y que en la actualidad deberían de haber muchísimas empresas fabricantes de detergentes que tuvieran una gama ecológica o algo parecido pero no es así. Es muy complicado encontrar algo parecido a lo que os hablo que no haga que los costes anuales en limpieza se eleven por encima de la línea que no podemos sobrepasar con respecto al presupuesto que se nos asigna porque este tipo de productos es realmente caro. Es decir, que ser responsable con el medio ambiente sale caro.

Mientras que lo que deberían hacer es fomentar el uso de estos productos, lo que hacen es encarecerlos y echar para atrás a empresas que, como la mía, pretende colaborar a mantener sano a nuestro planeta. Es ridículo.

Tras mucho buscar y mucho pelear encontré Nurmay, una empresa de detergentes para hostelería que contaba con una gama de productos ideales para la limpieza que nosotros necesitamos en nuestras fábricas y almacenes. Se trata de una empresa seria y responsable que aboga por la investigación y la producción de detergentes industriales que, cada día más, consigan evitar materias primas nocivas para nuestra salud y la de nuestro planeta. Sus precios son asequibles y el trato y servicio que nos han dado es encomiable.

No hace mucho leí una noticia sobre que hay una nuez que funciona mejor que algunos detergentes comunes. Se trata de un árbol llamado “Sapindus mukorossi” originario de India y Nepal que produce una variedad de nuez cuya cáscara, al entrar en contacto con el agua, produce una solución jabonosa ideal para utilizar como detergente natural que, obviamente, no contiene elementos químicos por lo que hablamos de una solución perfecta en lo que a limpieza y ecología se refiere. ¿Problema? Que actualmente no hay ninguna empresa que se haya acogido a la posibilidad de trabajar con esta materia prima para crar un detergente totalmente ecológico. Tal vez sea porque no ofrece beneficios suficientes o  porque no interesa, no estoy seguro, pero es una pena no poder utilizar esa nuez en Europa.

El caso es que conseguir llevar a cabo esta campaña y cambiar la forma de trabajar de todas las fábricas fue una ardua tarea que sólo unos pocos llegamos a comprender y luego, algunos amigos me dicen: “qué suerte, tú cobras y seguro que apenas trabajas”. Y ante eso, lo único que puedo hacer es sonreír y callar porque jamás comprenderán la responsabilidad que tengo ni el trabajo que hago y entrar a discutir sobre ello, por mucho que me moleste, es una pérdida de tiempo.

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