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Medicina estética de garantías

No cabe duda de que vivimos en una sociedad cada vez más preocupada por su aspecto físico y por su imagen. El imperio de la imagen, lo llaman algunos estudiosos de la sociología. Profesionales del ámbito de la medicina estética lo corroboran. El cirujano Marco Vricella, por ejemplo, se ha convertido en uno de los referentes del sector a base de llevar a cabo con éxito numerosas operaciones de cirugía estética a lo largo y ancho de varios países (Italia, Gran Bretaña y España, entre otros). Sin embargo, ¿cuál es la razón exacta de este creciente interés por las operaciones de belleza? Es difícil de saber con certeza, pero se habla de que la proliferación de las pantallas de todo tipo puede ser una de las razones. En los últimos años el número de pantallas (televisión, móviles, tabletas, vallas publicitarias dinámicas) ha aumentado considerablemente. Nuestras sociedades, de hecho, ya no distan tanto de aquellas que mostraba la ciencia ficción en la que todo eran pantallas e imagen en movimiento. Evidentemente, todo esto nos impacta y nos lleva a querer convertirnos en personas parecidas a las que vemos en todos estos dispositivos. Los personajes de las series, películas o incluso programas de entretenimiento que vemos se convierten en nuestra figura de aspiración y, con el tiempo, esto puede contribuir a que, en busca de esa “perfección”, las operaciones aumenten.

Es el caso, por ejemplo, de la cirugía capilar. Cuando hace unos cuantos años se comenzó a extender el uso de los injertos de pelo entre los famosos, pronto se alcanzó una popularización de la operación y comenzó a llevarse a cabo con mucha más gente, fuera del ámbito de la moda y los espectáculos. Incluso se robotizó y se comenzaron a aplicar mejoras en los resultados de dicho trasplante. Tal vez el caso más conocido sea el del futbolista del Manchester United y la Selección Inglesa Wayne Rooney, que con 25 años, en 2011, se realizó un injerto de pelo, pagando una cifra astronómica, para paliar los efectos de su calvicie prematura. En España también pudimos ver el cambio que supuso esta operación para el presentador de informativos Hilario Pino, quien en unas semanas pasó de una calvicie notable a volver a tener el mismo pelo que había acostumbrado tiempo atrás. Obviamente, existe aquí una especie de imperio de la imagen sobre el resto de cualidades del hombre, algo a lo que los dictados de la sociedad empujan, excesivamente preocupada por cómo parecemos, más que por qué somos.

Con el aumento del interés en todo este tipo de operaciones médicas, y dado el precio de las mismas, en los últimos años surge también una problemática en torno al tema: los médicos que operan desde la ilegalidad. Como en todo sector, la cirugía estética también ha recibido a sus “timadores”, supuestos médicos que llegan para operar y ofrecer tratamientos de belleza a un precio irrisorio comparado con los que ofrecen las clínicas. Esto, como no podía ser de otra forma, conlleva una serie de riesgos. No es aconsejable dejarse influir, y mucho menos ponerse en las manos de un médico cuyos conocimientos no sabemos de dónde provienen. El resultado puede ser satisfactorio, si tenemos suerte, pero se conocen ya bastantes casos de problemas graves de salud e incluso muertes en la mesa de operaciones o en días posteriores. Seguramente sobre que lo escribamos en este artículo, pero lo recomendable es, si se quiere someter uno a este tipo de cirugía, acudir a un profesional de garantías. Con el cuerpo no se juega, pero con la salud mucho menos.

En la actualidad, las clínicas especializadas en tratamientos de belleza o en cirugías estéticas ofrecen un catálogo amplio de servicios al cliente. Desde simples tratamientos de adelgazamiento no invasivos, como dieta hipocalórica o hiperproteica, ayuda con el control de la ansiedad o el denominado cyclone para eliminar la celulitis, hasta otras intervenciones quirúrgicas más invasivas, destinadas al aumento de glúteos, reducción de abdomen, liposucción o cirugía estética facial (pómulos, mentón, lifting o párpados). Ahora, más que nunca, en una sociedad tan preocupada por la imagen, no deberíamos caer en la tentación de ponernos en manos no profesionales para lucir mejor.

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