Desde que comenzó el siglo XXI he pensado que hay dos negocios con mucho futuro a juzgar por cómo está funcionando la sociedad actual. En primer lugar, una óptica. La cantidad de dispositivos móviles, tablets y ordenadores hace que nuestros ojos sufran más de lo que han sufrido durante el siglo XX. En segundo lugar, la mayor esperanza de vida de la población hace que sean más necesarias las residencias de ancianos.
Nos centraremos en esta segunda opción. Existen posibilidades de negocio en este sentido que no debemos dejar escapar bajo ningún concepto. Las familias están cada vez más interesadas en conseguir un servicio completamente profesional y son más los ancianos que necesitan una atención pormenorizada al no tener familia.
El pasado mes de noviembre falleció mi padre tras una larga agonía que le condujo a sufrir varios infartos y problemas cerebrales. Había sido una experiencia completamente traumática para toda la familia, pero especialmente para mi madre, que quedó especialmente afectada por la situación y que, además, sufrió un bajón físico y mental que le condujo a padecer una depresión como la que yo nunca había presenciado.
Entre mi hermana y yo decidimos actuar y probar algunas alternativas. Yo me desplacé a casa de mi madre para pasar con ella varias semanas y con el fin de que no se sintiera sola especialmente durante los primeros momentos de su viudedad. Sin embargo, la mujer no estaba bien: esa depresión de la que hablaba vino acompañada de una serie de acciones que a mí me hacían sospechar que mi madre cada vez era menos independiente y que se movía con una gran dificultad. Estaba claro que algo teníamos que hacer.
Mi hermana y yo nos reunimos para decidir qué hacer. La opción de trasladar a nuestra madre a una residencia ganaba enteros y, una vez que decidimos comenzar a buscar información al respecto, conocimos la página web de Sanvital, una de las mejores residencias geriátricas de la Comunidad de Madrid. Al descubrir su gran variedad de servicios y las comodidades de pago y hablar con nuestra madre al respecto, decidimos trasladar a la mujer hasta allí.
A pesar de que en un principio mi madre estaba triste, pronto comenzó a descubrir que la decisión que habíamos tomado iba a ser la mejor para sus intereses. Sanvital contaba con todo lo que ella necesitaba para intentar continuar con su vida de la mejor manera posible. Podía acceder a servicios como restaurante y cafetería, servicios asistenciales durante las 24 horas del día y servicios de peluquería, limpieza o mantenimiento. Sin lugar a dudas, no nos habíamos equivocado al escoger aquella residencia para que mi madre estuviera perfectamente atendida y recuperara esa vitalidad que había perdido durante el transcurso de los meses anteriores.
Una felicidad de nuevo encontrada
Hizo falta muy poco tiempo para que nos diéramos cuenta de que habíamos acertado de pleno. Apenas unas semanas después de trasladarla a la residencia comenzamos a darnos cuenta de que empezaba a sonreír, a disfrutar de nuevo de la vida y a comunicarse con sus compañeros. Eso y nuestras visitas periódicas la animaban a pesar de que la tristeza por haber perdido a su marido continuaba en su interior.
Han pasado algunos meses desde aquello y lo cierto es que las cosas han ido a mejor. Mi madre está atendida en todo momento, ha mejorado tanto física como mentalmente y nuestro miedo a que algo negativo pudiera ocurrirle se ha esfumado. Por otra parte, los profesionales de la residencia se han ganado a pulso nuestra confianza, nos comunican todo lo que tiene que ver con nuestra madre y además hemos entablado una gran amistad con ellos.
No sabemos qué pasará en el futuro. Mi madre supera ya los 80 años, sabemos que cualquier mínima enfermedad puede tener consecuencias irreversibles y que por tanto el peligro sigue ahí. Sin embargo, esa atención y dedicación que se le ofrece desde Sanvital minimiza ese riesgo y hace que la mujer pueda seguir disfrutando de la vida tal y como siempre se ha merecido.