Disponer del material adecuado para ejercer nuestro trabajo adquiere una importancia sideral en los tiempos que corren actualmente. En un entorno laboral caracterizado por el objetivo de conseguir una eficiencia laboral que permita la obtención de beneficios, tener ese material es de gran ayuda, evita un aumento de los costes de producción y, en definitiva, facilita el trabajo de todos los trabajadores.
El ahorro de espacio es parte importante de esa simplificación del trabajo de la que hablamos. De ahí que los elementos usados para almacenar nuestros productos sean tan importantes y estén tan demandados a día de hoy. Las empresas conocen sus ventajas y esto se traduce en un volumen de ventas en el sector cada vez más amplio. Sin embargo, lo realmente recomendable es confiar en quienes nos proporcionen la calidad que merecemos.
Desde hace alrededor de dos años dirijo una empresa dedicada a la venta de todo tipo de textiles en la provincia de Barcelona, una zona que es la auténtica referencia española en el sector. Desde que comencé en mi labor al frente de la empresa, comprendí la importancia de dotar de una gran funcionalidad a la fábrica en la que trabajamos. El espacio no es demasiado amplio –el precio del metro cuadrado no está precisamente bajo– y hay que tratar de conseguir la mejor disposición para nuestros productos.
La desorganización era una de las señas de identidad de la empresa en el momento en el que llegué. Muchas de las prendas que confeccionábamos y de los productos con los que las creábamos se encontraban distribuidos de manera desorganizada en diferentes estancias de la fábrica. Eso cuando no estaban esparcidos por el suelo. Aquello no era serio y era por tanto fundamental diseñar una organización que resultara eficiente para mejorar la situación.
Así las cosas, me puse a trabajar para conseguir ese objetivo. Lo primero que me venía a la cabeza no era otra cosa que la compra de contenedores metálicos que estuvieran orientados a un sector como el nuestro y que permitieran un ahorro de espacio en una fábrica que como antes apuntaba no se caracterizaba por su amplitud. Si lo pensaba de manera detenida, me daba cuenta de que los contenedores también podrían cumplir una función de transporte muy útil para los productos. Convencido por dicha teoría, comencé a buscar empresas que se encargaran de suministrarlos y fue entonces cuando conocí la página web de una entidad llamada Sumal.
Cumpliendo objetivos y expectativas
En dicha página web encontré un teléfono de contacto que utilicé para conseguir una mayor información acerca de los productos que me interesaban. Pregunté por el precio de los contenedores y, en cuanto me lo comunicaron, tomé una decisión definitiva: había que hacerse con ellos. La operación no requería de un desembolso importante y, además, facilitaría enormemente nuestro trabajo. ¿Acaso quedaba algún argumento más que aportar para justificar la compra?
El pedido llegó apenas un par de días después de haberlo realizado. Inmediatamente, dejamos preparados todos los contenedores para que aquel mismo día comenzaran a ejercer esa función organizativa para la que los habíamos adquirido y la verdad es que así fue. Los contenedores resultaban elementos muy manejables y cómodos, por lo que su colocación no nos quitó demasiado tiempo y comenzaron a estar operativos prácticamente de manera inmediata.
Transcurridos dos años desde mi estancia en la cabeza visible de la empresa y de la presencia de los contenedores en nuestra nave, he de decir que el aspecto organizativo se ha resuelto con la rapidez y la holgura que deseaba. Ya no hay productos o materias primas arrojados en cualquier parte, así como tampoco existen problemas en la colocación de todas las prendas que se van forjando. En definitiva, todo es más eficiente y eficaz, y es por eso por lo que la empresa marcha a un buen ritmo y está consiguiendo unos resultados en el mercado más que satisfactorios. Un verdadero orgullo.