A todas aquellas personas que regentamos un negocio, y especialmente las que lo hacemos en ciudades altamente pobladas, nos aterra la posibilidad de que acudamos cualquier día a nuestro centro de trabajo y nos encontremos con que éste haya sufrido algún desperfecto o, como viene sucediendo con pasmosa frecuencia en la actualidad, con alguna pintada que trate de ridiculizar nuestro trabajo o a alguno de nuestros trabajadores en particular.
No han sido pocas las personas que se han quejado de comportamientos como estos en los últimos años. El transporte público, la sede de determinadas entidades u organismos e incluso algunos de los más grandes monumentos han sido objeto de pintadas de mal gusto, que no solo afean la estética de las ciudades sino que, además, hieren en determinadas ocasiones la sensibilidad de las personas.
El local de compañía de seguros que dirijo desde hace cinco años en Torrevieja ha sido objeto de fechorías como las que describía más arriba. A mediados de 2015, y como consecuencia de la precaria situación económica en la que se encontraba la empresa, me vi obligado a realizar un ajuste de plantilla que terminó con uno de los trabajadores perdiendo su puesto de trabajo.
Es comprensible que una noticia de similares características cause enfado y preocupación. Incluso indignación. Pero lo que en la compañía no esperábamos es que dicho trabajador intentara tomarse su venganza personal mediante una serie de pintadas en la fachada del local en el que tratábamos de cumplir con nuestro trabajo. En ellas, el hombre cargaba contra mí y también contra el resto de sus antiguos compañeros.
Pintadas de este tipo y en un lugar céntrico de la ciudad no ayudan a que el negocio funcione de la manera en que le gustaría a cualquier empresario. Por eso era estrictamente necesario acabar con las pintadas que habían aparecido en la fachada y, de paso, denunciar a nuestro antiguo compañero por cometer unos actos que nada tienen que ver con la profesionalidad que durante tantos años nos había demostrado.
Limpiezas Limsa, la encargada de devolvernos la normalidad
Como consecuencia de lo que había ocurrido, me vi obligado a contratar a una empresa de limpieza para que hiciera desaparecer la pintada de nuestro local. El de la limpieza no era un sector que conociese en profundidad, así que comencé a obtener información por Internet de diferentes empresas que se dedicaran a la limpieza de superficies. Esperaba acabar con el problema cuanto antes y eso lo conseguí de la mano de Limpiezas Limsa.
Descubrí esta empresa gracias a una de esas búsquedas que realicé a través de mi ordenador. Consulté con sus profesionales el precio del servicio que necesitábamos para nuestro centro de trabajo y, tras obtener la información, suspiré aliviado al ser consciente de que no iba a representar un gasto demasiado importante para la economía de la compañía.
En la misma llamada telefónica cerré la contratación e insté a que la limpieza se llevara a cabo con la máxima celeridad posible. No podíamos seguir permitiendo que las pintadas resaltaran por más tiempo en la fachada de nuestro negocio. Multitud de gente caminaba por la zona y la imagen que se desprendía de una respetable empresa como la nuestra no se correspondía con la que en ese momento transmitía el local.
Por suerte, los profesionales de Limpiezas Limsa cumplieron a rajatabla mis deseos y, al día siguiente, terminaron con la pesadilla. Además, lo hicieron de un modo sostenible, con productos creados específicamente para cuidar en la mayor medida posible del medio ambiente y nuestro ecosistema, cuestiones por las que también las empresas tenemos que apostar, demostrando un interés y un apoyo constantes.
La historia no terminó bien para nuestro antiguo compañero. La denuncia que habíamos interpuesto en su contra fructificó y fue él quien tuvo que asumir el coste de los servicios de limpieza que nosotros habíamos contratado para tapar su pintada. Probablemente también él terminó agradecido con Limpiezas Limsa.
